sábado, 17 de enero de 2015

EDITORIAL

ADULTOS MAYORES

«Somos pasajeros del tiempo, lo tomamos al nacer y lo dejamos al morir, que el morir esta incluido en el privilegio del vivir y que el envejecer es un triunfo de la supervivencia casi nunca lo pensamos, pero ya es hora que pongamos nuestra mente a trabajar y admitamos que somos o seremos viejos si la muerte no ha llegado antes».

Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ -  Dirección


Hoy una persona  de 60 o 70 años desarrolla su vida en plenitud y ya no es considerada “vieja”. Está física e intelectualmente activa, recuerda su juventud sin nostalgias, disfruta de esta etapa y planifica su futuro.
En la actualidad, producto de los grandes avances de la medicina y de la tecnología, el aumento de la expectativa de vida nos permite hablar ya de una “cuarta edad”.
Pero no siempre la prolongación del ciclo vital viene acompañado de calidad de vida de nuestros adultos mayores y de una valoración social positiva hacia ellos.
Las sociedades consumistas ponen en el centro de atención en el valor de la juventud y el exitismo asentado en la productividad, el consumo y los adelantos tecnológicos. En este contexto, hay que esconder las arrugas, tapar las canas, hacerse liftings… como si de repente el paso de los años fuera una vergüenza y no como un triunfo de la vida, no se percibe que el que llega a esta etapa le ha ganado batallas a la vida.
Por otro lado, no es lo mismo envejecer en el llamado “primer mundo” o en los “países centrales” que en los países del “tercer mundo” ó “emergentes”. Y además, cada sociedad tiene una mirada diferenciada de sus adultos mayores, del papel que le asignan y del rol que ellos cumplen en sus comunidades.
Aquellos Estados que consideran a los adultos mayores como una carga social, generan políticas públicas orientadas tan solo a atender determinadas necesidades: curar y protegerlo mediante la atención en el sistema público o en instituciones privadas que se complementan con el accionar del Estado.
Aquellos países que ponderan el valor del adulto mayor y lo mucho que éste tiene para dar a la sociedad en la cual se desenvuelve, van mucho más allá. En estos, la persona mayor adquiere otra dimensión y su función social cobra un sentido especial. Son sociedades que reconocen los derechos de los ancianos y se abocan a generar políticas públicas con PROYECTOS SOCIALES que incluyen a esta franja etaria. Esto se traduce en una prolongación de la expectativa de vida acompañada de una mejor calidad  y  más inserción social del adulto mayor. La contratara es un conjunto social que se retroalimenta y se ve enriquecido con los aportes que sólo puede otorga la experiencia y la sabiduría que dan los años.
Argentina fue uno de los primeros países del mundo que proclamó los derechos de la ancianidad  -el 28 de agosto de 1948-:
1.Derecho a la Asistencia
2. Derecho a la Vivienda. 

3. Derecho a la Alimentación. 

4. Derecho al Vestido. 

5. Derecho al Cuidado de la Salud Física. 

6. Derecho al Cuidado de la Salud Moral. 

7. Derecho al Esparcimiento. 

8. Derecho al Trabajo. 

9. Derecho a la Tranquilidad.

10. Derecho al Respeto.
Incluidos en la Constitución de 1949, poco tiempo duraron porque tras el golpe de estado del 16 de septiembre de 1955 la norma fue derogada y estos derechos se perdieron cuando volvió a regir la Constitución de 1853 que si bien sumó algunos derechos de segunda generación en su artículo 14 bis no tincluyó los derechos de la ancianidad; tampoco se hizo en la reforma de 1994, en la que también se incorporaron otros derechos de segunda y tercera generación.
Nuestro país claramente tiene una asignatura pendiente en esta materia y como reflejara José Cesar Rodriguez Nanni en uno de sus editoriales…  “Esto no solo los ofende sino que tampoco valora que a través de ellos  también se refleja nuestro futuro. Nada es mejor retribuido por nuestros “viejos” como el afecto y el trato considerado, priorizando su dignidad”.

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