martes, 9 de agosto de 2022

LA OPINIÓN DE ESPECIALISTAS

SALUD MENTAL

LA SUPUESTA O NO, PELIGROSIDAD DE LOS ENFERMOS MENTALES


Escribe: Lic. ADRIANA SILVIA DEZA - PSICÓLOGA (*)
Magíster en Neuropsicología clínica M.N.55.836

En general cuándo se trata de explicar cómo se forma alguien peligroso, se apunta a su traumática infancia, pubertad o adolescencia. Ya es, una verdad de perogrullo, la conocida historia de qué hacer con los niños pequeños víctimas de abusos. La mayoría, suele decirse, se convierte en victimario. ¿Entonces? ¿Qué hacemos con las víctimas? los psicólogos tratamos de suturar las heridas con diferentes métodos psicoterapéuticos ¿por qué? las víctimas son inocentes y es de seres canallas, pensar en otras alternativas diferentes, que no sean, ayudarlos a reparar y repararse, tal vez una forma, es enmendar en otros, el calvario padecido. Acá obviamente, no menciono los avatares propios del consumo de sustancias. Los datos empíricos sobre la importancia de la adicción y efectos nocivos abundan por encima de otros aspectos psíquicos, abundan sí y en extremo. Un esquizofrénico medicado puede vivir y hasta trabajar, sin significar un peligro para nadie. Y así, podría enumerar diferentes casos. Ahora bien ¿hay certeza? No. Esto no se da únicamente por ser un padeciente portador de alguna enfermedad psíquica, se da, en cualquier persona, en un momento límite de su existencia.
Todo humano puede convertirse en un violento, perder el control, dar una trompada, gritar, enojarse, responder a una provocación con un insulto, un video o una crisis de angustia. Si esto no fuera así, seríamos androides. Luego, prevenir esta posibilidad es según mi criterio, una suerte de utopía. Es imposible saber cuándo a un sujeto se le salta la térmica, hablando en criollo estricto.
La defensa y la ira, forman parte de las emociones básicas de casi todos los seres vivos. El ser humano las tiene también. ¿Cualquiera puede ser un asesino? Difícil. Con la excepción de que la violencia inesperada surja en defensa propia. Me refiero a un acto necesario o inconsciente, en dónde no nos queda otra cosa, qué defendernos. A esta altura, calculo que nos entendemos y son innecesarios los ejemplos.
El hilo conductor de esta nota pretende justificar lo absurdo de estigmatizar a los abusados como posibles abusadores, colocar el mote de peligroso a un padeciente psíquico, cuándo en verdad, cualquiera puede ser igual o más peligroso, sin ser un enfermo mental. No voy a meterme con la delincuencia. No forma parte de esta nota.
Las personas peligrosas suelen tener una historia de maltrato animal y otros hechos de conflictos callejeros severos. No hablo de una discusión banal. Hablo de conducir a una persona a una internación clínica por la golpiza. Acá, estoy descartando un acto de defensa de otro, que pone en riesgo nuestra vida. Estoy pensando en algo tan absurdo como hacerlo por un choque automovilístico u otra causa, sin demasiada importancia. Me viene a la mente un recuerdo, iba paseando a mi pequeño perro en un parque, de repente otro mucho más grande vino en posición de ataque. Lo espanté. Creo que aplaudí con las manos y le dije algo así como ¡fuera¡ Ipso facto, apareció una mujer enardecida y con un palo, dispuesta a partirme la cabeza. A la distancia, pensó que le había pegado a su perro. Me costó bastante, hacerla entrar en razón. Finalmente, se impuso la racionalidad y la evidencia. En ningún momento, agredí a su perro, sólo defendí al mío. Este es un claro ejemplo de la pérdida del control por motivos, si se quiere, poco importantes. O por el mero presupuesto de que un semejante puede hacer algo, que a otro, lo saca. Hay mucha gente sacada. Hay muchos posibles violentos por cualquier motivo y en cualquier situación inesperada. ¿Se puede prevenir? Repito: difícil.
La única manera de mantener la calma, es autoexigirse un control extremo. ¿Y el otro? ¿Qué pasa cuándo nos provocan al límite del desgarro existencial?
Por desgracia, cuando ocurre un infortunio se buscan antecedentes porque antes, no tiene sentido. Un ejemplo reciente, es el hombre preso por asesinar a tiros a un perro cuyo ladrido le molestaba.
La búsqueda de posibles señales peligrosas, suele darse dentro de cada familia, afectada por violencia familiar. Aquí, suele ser conveniente, separarse. Y esta conducta de alejamiento es una toma de posición reduccionista, una arista ¿por qué? no es el tema interpelante de este artículo.
Hoy, hablo de la posible peligrosidad de todos, todas y todes. También de la imposibilidad de prevenirlo. ¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos encerrados para siempre? O pasamos de ser, seres civilizados a dejar de serlo, por etiquetaciones absurdas, sin ningún rigor científico, ni ético, ni realista.
Estudiar, respetar, querer, ayudar, tratar de brindar comprensión y cariño, son la base de una vida mejor.
Dejemos de crear prejuicios que atentan contra una sociedad pacífica, tratemos cada día, de dar un ejemplo de solidaridad y entendimiento. No hay otra manera. Se trate de un enfermo mental o cualquiera.
Pensemos cuando tememos de la portación de rostro de alguien, cuando lo acusamos sin pruebas de su posible devenir amenazador ¿qué proyectamos de nosotros mismos? ¿Será que vemos en el inventado enemigo/a, lo que seríamos capaces de hacer? Según mi juicio, es así. Por lo menos, lo es, en el ciudadano común. Ciudadano común formateado por lo que elige ver. Si, elige.
Elijamos mirar al bien, evitar observar a la violencia, el destrato, la injusticia. Y puede ocurrir, que dejemos de ver al prójimo como un criminal en potencia. De lo contrario, insisto, hay que quedarse encerrado en la casa para siempre.

(*) Ex profesora de filosofía en enseñanza secundaria y universitaria. Especialista en investigación educativa.

Consultorio privado en C.A.B.A.
CEL: 1136560318

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