miércoles, 14 de abril de 2021

SALUD

VACUNACIÓN CONTRA COVID-19


LOS OLVIDADOS DE SIEMPRE
(Salvo para pagar impuestos)


Los monotributistas, autónomos y MiPyMes, como sus empleados han sido totalmente descartados del calendario de vacunación (salvo que sean mayores de 60 años o padezcan alguna enfermedad preexistente).
Sería un acto de justicia social revisar y replantear el sistema de vacunación que se está implementando.


Resulta alarmante que en el actual calendario de vacunación previsto para combatir el COVID-19 no se haya tenido en cuenta a las personas que trabajan en el sector productivo del ámbito privado, fundamentalmente aquellos que se desempeñan en las micro, pequeñas y medianas empresas y representan nada más y nada menos que el 99% del total de empresas del país, como tampoco se contempló a la enorme mayoría del 65% de la masa laboral que de ellos depende (salvo que padezcan alguna co-morbilidad).

Es sugestivo porque la gran mayoría de este universo de emprendedores tienen una edad promedio de más de 40 años y suele suceder que gran parte de estas empresas son de carácter familiar con una dependencia directa de esos núcleos a las unidades de negocio. Es decir, cuando un plomero, electricista, comerciante, profesional, pequeño industrial se enferma gravemente o fallece posiblemente la familia pierda su fuente de ingresos, la unidad productiva colapse, desaparezcan las fuentes de trabajo que de ella dependen y se resienta la cadena productiva. Todo esto en un contexto donde sabemos que la mayoría de los emprendimientos están condicionados por deudas, tienen serias dificultades que arrastran por la recesión económica que el país viene padeciendo en los últimos años, sumado a la pandemia y a la prolongada cuarentena que paralizó durante largos meses del 2020 múltiples rubros que todavía no han terminado de recuperarse y que hoy están nuevamente amenazados de cierre frente a la escalada exponencial de casos.

Las estadísticas en Argentina indican que de los individuos que contrajeron Covid-19, el 12,2% son personas entre 50 y 60 años y el 18,6% tiene entre 40 y 50. De esos casos positivos, no logró superar la enfermedad el 11% de los que estaban por arriba de 50 años mientras que en el grupo etario inmediatamente anterior, la tasa de fallecimientos es significativamente menor (5%).

Celebramos y es comprensible que en el calendario de vacunación se haya priorizado a los grupos de mayor riesgo etario como son las personas de más de 60 años y por supuesto también al personal de salud, de seguridad y docentes que están en actividad y en las primeras líneas de exposición.

De los afectados que tiene entre 50 y 60 años, el 
11% no logra superar la enfermedad
Dicho esto, y más allá de los corrimientos dados por situaciones puntuales de corruptela, llama la atención las distorsiones que están operando y dejan totalmente descartados a sectores considerables de población que día a día están extremadamente expuestos a pesar que cumplan con todos los protocolos vigentes y con un riesgo que crece a medida que avanzan en edad, es el caso de los mayores de 50 años que no son tenidos en cuenta, salvo que presenten algún tipo de co-morbilidad.

Mientras tanto observamos que ciertos grupos de presión están ejerciendo un fuerte lobbie para conseguir la vacunación independientemente de la edad de los vacunados, en ciertos casos ya lo han conseguido y ahora también está el ejemplo de los judiciales que se encaminan en la misma lucha. Per se está muy bien ir incluyendo a los diferentes sectores sociales siempre y cuando a la vez se respete y priorice -sobre todo considerando la enorme escasez de vacunas- que la inmunización vaya siendo escalonada por grupos etarios de mayor riesgo. No puede seguir sucediendo lo que acontece hoy y es que personas muy, muy jóvenes, que no superan los 30 años y con funciones específicas de escaso riesgo a contagios, son vacunadas por el solo hecho de pertenecer a determinado gremio y/o actividad, mientras son totalmente descartados otros que por nivel de exposición y edad pueden tener una probabilidad mucho más alta de caer en cuadros graves y hasta en la muerte.

En este sentido, parece imprescindible incluir a los sectores productivos independientes en el calendario de vacunación porque esta discriminación no solamente es injusta sino también amenaza al corazón de la economía que ya está particularmente debilitada por la pandemia. Desde el plano microeconómico cada unidad de negocio es el sostén de un conjunto de familias, pero además desde el punto de vista macroeconómico asegurar la continuidad de las MiPyMes significa fortalecer la salud del conjunto del mercado interno.

Esta omisión se torna aún más perversa cuando la inmensa mayoría de la porción de la población a la que nos referimos no tiene la posibilidad de hacer “turismo de vacunación” a algunos de los países centrales y tampoco puede adquirir la vacuna comprándola dentro del sistema sanitario nacional.

Más allá que el gobierno se haya olvidado de estos sectores, llama la atención que las cámaras empresarias territoriales y sectoriales, como así también las federaciones y confederaciones que las agrupan no hayan elevado la voz y comenzado a reclamar en este sentido por lo que a todas luces es la defensa de la salud y bienestar de sus representados.

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