VÍNCULOS
¿CELOS O ENVIDIA?
De la mano de la infidelidad
Escribe: Lic. en Psicología ADRIANA DEZA M.N.55.836
Puede parecer raro, pero es bastante común en la clínica terapéutica escuchar emerger en algún fragmento de la novela familiar, e incluso como eje central del conflicto a resolver, el tema de la envidia. No se la nombra. Pareciera provocar vergüenza. Se suele hablar de competencia, injusticia, bondad y maldad o lo más frecuente “celos”. Convengamos en que sus significados se asimilan, cualquier diccionario sobre la envidia sostiene algo así como: pena por el Bien ajeno y sobre celos (parafraseo) fastidio de que otro llegue a alcanzar
Bien o afecto, que uno quiere para sí. Asimismo, aceptar ser celoso o celosa, cuesta bastante. No son bien vistos o escuchados.
La persona masculina se suele manifestar en contra de sus compañeros de trabajo o familiares del mismo sexo, desvalorizándolos y tratando de convencerse o convencerme (depende a quién estén proyectando) de su superioridad laboral, humana, viril o lo que fuere.
Esto acontece con el hijo varón también. Es frecuente, la búsqueda de sinónimos, intervenciones breves y hasta sonidos casi guturales para lograr, mejoría.
Mejoría imposible sin la aceptación de alguna responsabilidad. Esto en sí mismo, forma parte estructural del trabajo terapéutico, también lo forma, la huida por etapas o para siempre, de aquella persona que descubre que la pelea, que con su cuñado (provocó su ruina económica) fue por envidia. No por celos, hacia su mujer (hermana del supuesto celado). En estos casos, los celos se utilizan como un ardid para ocultar, la tan conocida y nunca bien ponderada, envidia. Lo más grave o grave a secas, es la disolución de un vínculo social querido, por no poder trabajar este famoso pecado capital. La envidia. Sí, también hay envidia entre los miembros de una pareja.
La envidia tiene diferentes dialectos, ella es más seductora que yo, se traduce por: ella provoca, llama la atención, insinúa, es una histérica. Ella es más inteligente que yo, se traduce por: lo que pasa, es que ella, tiene mucha facilidad de palabras, o en ocasiones, ella, controla, manipula. Obviamente existen todos estos casos, pero aquí y ahora, me expreso sobre la Envidia y encima negada.
La base de la llamada competencia varonil, está en la envidia. Perdonar una infidelidad está en la envidia, siempre y cuando, la ganadora sea la elegida.
Caso en el cual, es la otra la que envidia ahora.
En el hombre ocurre lo mismo, cuando se disculpa una infidelidad, es por salir victorioso. Ganó. El otro, ahora envidia.
¿Qué diferencia hay con los celos? Como señalé al principio, muy poca. Claro, hablo de un defecto humano cercano a la condición, más que a una patología.
Ocurre, que la negación termina constituyendo un síntoma (con suerte y no, algo más serio).
En los supuestos celos, también, se suele envidiar a la otra, o al otro, al extremo de aceptar la infidelidad para cerciorarse de ser mejor que la competencia y no, por querer tener una pareja abierta o por rebelarse a la monogamia. En otras palabras, el mismo pretexto, utilizado con la envidia.
Muy frecuente es escuchar a los hombres jactarse de su virilidad como su mayor arma seductora o en su defecto, hacer hincapié en la ayuda que prestan a su pareja, para no parecer machistas.
Otra manera de envidiar a los que realmente no son machistas. Ellos quisieran serlo pero no lo son. (El sujeto no sabe que sabe). Su dialecto se escucha.
Foucault analizó este tema pero en tanto, relaciones de poder.
Finalmente, no importa el nombre, cada cual le dará el suyo. Lo importante, es aunque sea, facilitarse la asimilación de las consecuencias inexorables de estas infidelidades producidas por un supuesto aburrimiento, por citar un término muy utilizado, en estos tiempos.
Además, cuando se obtiene el preciado trono, por lo general, se deshecha y la persona se queda sola ¿tal vez, buscaba este estado de soledad? ¿O seguir buscando lo que nunca encontrará?
¿Será que su abanico de posibilidades se reduce a esto?
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