miércoles, 23 de junio de 2021

EDITORIALES

NOTA DE TAPA

UN LABERINTO, POCAS SALIDAS

¿HAY UN PLAN PARA LAS MiPyMES?


Escribe: Lic. MÓNICA RODRÍGUEZ. Dirección


No hay duda y las estadísticas así lo indican que las micro, pequeñas y medianas empresas de servicios y comercio orientadas principalmente a satisfacer la demanda interna en la ciudad de Buenos Aires son desde las facetas cuantitativa y cualitativa los motores que impulsan la producción, el empleo y el consumo en un circuito virtuoso que retroalimenta el desarrollo.
Sin embargo, la pandemia empezó a tejer un laberinto complejo en el que muchos fueron quedando cercados y sin posibilidad de encontrar los caminos de salida.
La cuarentena primero y luego las restricciones segmentadas impactaron de manera transversal a todos los sectores pero ciertos rubros siguen siendo golpeados de lleno, especialmente los vinculados a las industrias culturales, entretenimiento, recreación, esparcimiento, actividades físicas y deportivas en ámbitos cerrados, turismo, educación, gastronomía, estética, indumentaria, calzado…

A esto hay que sumarle los cambios de hábitos que se impusieron obligados por las circunstancias. Los primeros meses de la cuarentena estricta dejó al e-commerce casi como la única alternativa que tuvieron aquellos rubros considerados "no esenciales" para mantener algún nivel de actividad que se complementó con el abanico de medios de pago digitales que acompañaron las transacciones. Se multiplicaron los deliverys y las apps de entregas a domicilio fueron servicios que tuvieron crecimientos exponenciales. Al mismo tiempo, los comercios de cercanía emplazados en los centros comerciales a cielo abierto de los barrios advirtieron que el teletrabajo que mantiene hasta el día de hoy a muchos en sus hogares, es una circunstancia que modifica ciertos consumos.

La crisis sanitaria agravó y complejizó gran parte de los problemas que nuestra economía venía arrastrando y acumulando antes que la pandemia se desatara: la actividad económica cayó a niveles similares a la debacle del 2001/2002 y las ventas se desplomaron al ritmo de la pérdida de poder adquisitivo de una población golpeada por el desempleo creciente y los altos niveles de inflación constante que carcomen sus bolsillos.
Sumado a ello, a una parte del comercio, las industrias y profesionales les resultó difícil adecuarse rápidamente a los vertiginosos cambios que se imponían, sobre todo aquello que devienen de la exposición y venta digital.

En lo que va de la pandemia los apoyos del gobierno nacional para el sector fueron escasos, limitados a ATP que se otorgaron algunos meses del 2020, pocos pudieron aplicar a los REPRO y los créditos para monotributistas si bien fueron a tasa 0% hoy los deudores se encuentran que si no pueden pagar las cuotas en términos se les aplican los leoninos intereses como a las moras de tarjetas de crédito; los créditos bancarios tampoco resultan atractivos y a decir verdad gran parte de las MiPymes tampoco logran calificar, ni hablar del problemón que significa intentar financiarse por fuera del sistema bancario. 
Por su parte, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires apenas se limitó a ofrecer créditos a través del banco Ciudad a tasas un poquito mejoradas, a condonar algunos meses del pago del impuesto a Ingresos Brutos y ABL a rubros que hoy por hoy están prácticamente fundidos y difícilmente estén pagando esas obligaciones.

Como medida positiva podemos mencionar la inyección de 50.000 mil millones de pesos -que los empresarios ruegan que se vuelquen al consumo- a través de la suba de los mínimos no imponibles del impuesto a las ganancias que mejorará en algo los bolsillos de los empleados en relación de dependencia. Pero en este beneficio los autónomos y micro, pequeños y medianos empresarios quedaron afuera.

El resultado, miles de empresas bajaron sus cortinas definitivamente viéndose obligados a despedir a sus colaboradores. Otros siguen atrapados en ese laberinto intentando sobrevivir a inconvenientes de todo tipo: comerciales, económicos y financieros que se van acumulando en estos difíciles tiempos y que los van dejando cada día más desguarnecidos. Se saben librados a su propia suerte o a la fortaleza individual que les quede para campear el vendaval que les falte atravesar.

Desde algunas cámaras empresarias de centros comerciales a cielo abierto y desde la misma Federación de Comercio de Buenos Aires (FECOBA) se están elevando pedidos y proyectos para que el comercio minorista, los profesionales e industriales de la ciudad puedan sobrevivir.

Nada será suficiente sin un plan estratégico que reúna alrededor de una mesa de trabajo a todos los actores: Estados Nacional y de la Ciudad, Empresarios y Sindicatos. Se necesitan medidas urgentes para la actual contingencia pero también políticas para sentar las bases de una rápida recuperación y saneamiento en el mediano y largo plazo.

En los próximos años se viene una profundización y aceleración de cambios que ya comenzaron en la comercialización y estilos de consumo. Ello requiere nuevas y audaces regulaciones para los nuevos escenarios, que establezcan reglas de juego claras para que cada actor pueda desempeñarse en un marco de competencia y transparencia del mercado. En este sentido sería necesario establecer normas que fijen por ejemplo, los metros de distancia entre un comercio y otro del mismo rubro para que no se superpongan o las grandes cadenas no destruyan al pequeño emprendedor; fijar una normativa de la venta Online fijar la normativa de la venta Online donde los fabricantes y mayoristas no puedan ofrecer sus productos en la web por debajo del valor sugerido que esas mismas empresas como proveedoras les dan a sus clientes del comercio minorista, establecer que las comisiones por ventas en plataformas como Mercado Libre estén dentro de los estándares internacionales y las comisiones de las apps -como PedidosYa, Globbo, Rappid- de entregas domiciliarias estén acordes con los márgenes de cada actividad.
Unido a este tema son trascendentales todos los programas de capacitación, actualización y asesoramiento a los emprendedores y a sus colaboradores que puedan abrirse desde el Estado y desde las propias cámaras empresarias para fomentar una sistemática transformación positiva y constructiva.

El desafío es volver a poner en el centro de la escena y como protagonistas del desarrollo económico a las MiPYMES que representan el 99% de las empresas y generan el 65% del empleo. Es decir, se trata de salvar al tejido productivo de nuestra ciudad y de nuestro país que hoy por hoy es el único que tiene la capacidad de crear y recrear la existencia (o no) de un mercado interno sólido y de crecimiento.

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