PSICOLOGÍA
PERSONALIDADES MÚLTIPLES
Escribe: Lic. en Psicología ADRIANA S. DEZA - M.N.: 55.836
Profesora en enseñanza media y universitaria de Filosofía. Especialista en investigación educativa.
Hace algunas décadas atrás y sobre todo por la notoriedad de una película norteamericana basada en un hecho real, se puso en la palestra del público, el caso de una adolescente con muchas personalidades. La joven desconcertó a los psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras, quienes luego de tratarla aceptaron el nuevo nombre adjudicado a su problema psíquico: personalidad múltiple. El término acuñado se utilizó durante mucho tiempo, hasta que hace más o menos 15 años y en determinados ámbitos se lo denomina: trastorno de identidad. Se sabe que las nominaciones a veces sinónimas de otras, según la corriente clínica tratante, pueden encontrar diversos diagnósticos y tratamientos, tanto en el ámbito privado como público.
A modo de tornarlo accesible para cualquier interesado/a en interiorizarse, se puede decir lo siguiente: todos los sujetos sufren a lo largo de su vida situaciones traumáticas. La gravedad o no, de ellas, en nada dependen de la ponderación realizada por fuera de la persona en problemas. Es decir, ningún otro, está en condiciones de decidir si el evento o relato que provocó el infortunio no amerita, el trauma padecido. Asimismo, y en otras palabras digo: alguien puede necesitar tratamiento porque teme a las cucarachas y otro porque padeció un accidente en el cual, fallecieron sus familiares. Continuando con la línea de la sencillez psicoanalítica, la diferencia estaría dada, por la cantidad de afecto comprometido en cada situación por ese hombre o mujer. El aparato psíquico se defiende y escinde, provoca una división a veces retornable casi inmediatamente y en otros momentos no. La personalidad resultante puede apoderarse del sujeto horas y hasta días. Frases al estilo de, parecés otro, ayer me dijiste una cosa y hoy otra, hace una hora me amabas y ¿ahora? Pueden ser indicadores de la necesidad de una consulta, porque el padeciente no lo sabe, es más, no lo recuerda. Por ahora comienzo por compartir una frase de Lacan, sugerente al respecto “Es que han encontrado ustedes seres totales? Tal vez sea un ideal. Yo nunca vi ninguno. Por mi parte, yo no soy total. Ustedes tampoco. Si fuéramos totales, cada uno sería total por su lado y no estaríamos aquí, juntos, tratando de organizarnos, (…).” Por supuesto la elegí, por el tema abordado, también forma parte de una totalidad en dónde la lectura dispara múltiples (valga la redundancia de la palabra) miradas o escuchas. Ocurre a veces, que la escisión no forma completamente una identidad sino un sesgo pero éste, resulta reiteradamente ambivalente. Entonces, provoca molestias sobre todo al entorno. La persona varía sistemáticamente de concepciones, estados anímicos y afectividad. La estabilidad en los vínculos casi no puede lograrse y por lo general, el padeciente (que no lo nota) vuelve a sus antiguas parejas, sin comprender demasiado las rupturas, de las que muchas veces, es responsable. Y acá, es complejo trabajarlo. Uno puede hacerse cargo de un algo, de lo que se siente responsable pero no, de aquello que no sabe. Para eso, está el psicoanalista. Coopera en el armado de este nuevo sujeto y sostiene una direccionalidad que aplaque la confusión y lo acerque a estar mejor.
Más información: 4584-2014 // 15-36560318
Consultorio en Villa del Parque.
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