miércoles, 4 de junio de 2025

VILLA DEVOTO

RELATOS…


Un poco de humor...
CLORITO, EL FANTASMA DEL PALACIO DE AGUAS


Escribe: NORBERTO PEDRO MALAGUTI. Vecino.


En el primitivo Camino del Progreso, hoy avenida Francisco Beiró, nombre de un destacado y querido vecino que acompañara a Hipólito Irigoyen como vicepresidente de la Nación en 1928 que la muerte le impidió asumir, se destaca la presencia de un hermoso y espléndido edificio, el Palacio de Aguas proyectado por una reciente institución, Obras Sanitarias de la Nación, allá por 1912 para llevar agua potable a los hogares.

La Primera Guerra Mundial, demoraría su concreción pero un primero de Diciembre de 1917 se inauguraba. Cuando lo vemos tan imponente nos impulsa un deseo que debería tanta belleza tener una importante cosmética y una destacada iluminación.

Pero en realidad sito estos datos porque al escuchar muchas veces por picardía o simple por deseos fantásticos el correr boca a boca de la presencia de fantasmas en emblemáticos palacios de nuestra hermosa Villa Devoto me lleva a contarles un hecho.

Uno no desea sumarse a estos comentarios porque intenta respetar nuestro ayer con cierto rigor histórico, pero cuando la realidad te golpea y te convierte en un testigo inesperado no puedes obviarlo.

Respecto al tema del título de este relato, les contare mi experiencia acaecida ya hace un par de décadas que ahora me atrevo a confesar.

Un sábado de Octubre, de estas tardecitas primaverales donde nuestro barrio explota de jardines floridos, y el ambiente se perfuma, reafirmando nuestro lema “Villa Devoto Jardín de Buenos Aires” estaba allí en ese lugar ordenando un recorrido tentativo para una visita guiada y me detuve en esa oportunidad a contemplar el palacio con suma atención.

Me atrapaba su imponente estructura, pero también descubrí como era habitual ver pasear a grupos de hermosas jovencitas muy emperifolladas denunciando nuestra alma pueblerina.

Pero algo inesperado me saco completamente de eje, detrás de las verjas de la esquina de la calle Mercedes, una fantástica figura que parecía rememorar al fantasma Casper, marcaba su presencia para deleitarse observando a ese desfile de las adolescentes niñas devotenses con su gracia, sus risas pergeñando algún asalto, como se le decía a los bailes de las barras de amigos o ir a algún cumpleaños.

Quizás hoy Laura logre que ese chico que le gusta se anime de una buena vez, pensaban sus compañeras.

Este inocente personaje que decidí bautizar Clorito me llevó a volver en otros sábados a aquel significativo lugar para comprobar si mi experiencia no era un ataque de delirio.

Cuando las sombras predominaban se esfumaba y nunca pude aproximarme a él porque inmediatamente desaparecía por su extrema timidez hasta tal punto que ni siquiera arrancaba de su boca un modesto buuuu.

Pero si noté un hecho que se reiteraba ante cada uno de los grupitos de bellas jovencitas que desfilaban para su deleite por esas gastadas veredas del Palacio...

Era que al verlas, a Clorito se le hacía agua la boca...

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