sábado, 19 de agosto de 2023

EDITORIALES

NOTA DE TAPA


UN FUTURO MEJOR

El obsequio más lindo que podemos hacerles nuestros hijos

Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ. Dirección




El próximo 20 de agosto agasajaremos a los pequeños. Esta celebración, más alla de los obsequios, paseos y lindas ideas con las que los sorprendamos, es una fecha cuyo centro de atención debe estar orientado los derechos de las niñeces.

En nuestro país el Día del Niño fue instaurado en 1958. A partir de entonces y durante muchas décadas los festejos se llevaron a cabo el primer domingo de agosto de cada año. En 2003 la Cámara Argentina del Juguete solicitó que se corriera al segundo domingo y años más tardes finalmente terminó recalando en el tercer domingo de agosto.

A partir de 2020 ya no hablamos más del Día del Niño sino que pasamos a nombrar esa fecha como “Día de las infancias”. Este cambio tiene por objetivo visibilizar las modificaciones sociales, culturales y legislativas que vinieron ocurriendo en los últimos años, entendiendo que es apropiado dejar de hablar de niño para hablar de infancias. Muchas veces el lenguaje refuerza estereotipos y desigualdades, y es imprescindible ampliar la mirada más allá de los binarismos para incluir a las infancias en sus múltiples diversidades.

MARCO DE PROTECCIÓN

En Argentina la ley 26.061 da una cobertura legal y establece los derechos de los niñas, niños y adolescentes. Entre ellos están se reconoce que tienen derecho:
• A que se proteja su vida y se respete su intimidad.
• A la salud.
• A hacer deporte, a jugar y disfrutar de un ambiente sano.
• A no sufrir humillaciones ni abusos de ningún tipo.
• A que se respete su honor y se proteja su imagen.
• A tener su documento, su nombre, su nacionalidad y su propio idioma.
• A que se respete la forma de ser de su lugar de origen.
• A conocer a sus padres biológicos y mantener un vínculo con ellos aunque estén separados o alguno se encuentre en prisión, salvo que ese vínculo pueda provocarle daño.
• A tener una familia alternativa o adoptiva que los críe cuando no puedan tener contacto directo con sus padres.
• A recibir educación pública y gratuita en todos los niveles, respetando su derecho a ingresar y permanecer en una escuela cerca del lugar donde viven.
• A gozar de los beneficios de la seguridad social.
• A expresar sus opiniones en la familia y que sean tenidas en cuenta tanto en la familia como en la escuela, considerando su grado de madurez.
• A asociarse con fines culturales, deportivos o políticos siempre y cuando esas asociaciones o grupos estén sólo integradas por niños, niñas o adolescentes.

Como contrapartida hay actores que tienen obligación de protegerlos:
• Las familias, que deben asegurarles el disfrute pleno de sus derechos.
• Todos los organismos del Estado que tienen como prioridad protegerlos y auxiliarlos en cualquier situación y deben hacerlo con preferencia al resto de la sociedad.
• La comunidad en general por razones de solidaridad. Por eso la ley permite que cualquier ciudadano que sepa que no se respeta la ley se presente a la justicia para pedir que se tomen medidas urgentes para que los niños, niñas y adolescentes afectados puedan gozar de sus derechos.

También la normativa establece obligaciones especiales para aquellos que trabajan en escuelas públicas, colegios privados y centros de salud, teniendo que comunicar cualquier violación a sus derechos a la autoridad más cercana.

El funcionario que recibe la denuncia debe:
Iniciar el trámite en forma inmediata.
Prevenir cualquier tipo de daño en el menor.
Buscar que se reparen los daños que haya sufrido.
El trámite es gratuito. Si el funcionario no lo hace, tiene responsabilidad penal.

Cuando hay una amenaza real o se hayan vulnerado los derechos a un niño, se deben tomar medidas de protección integral.
Algunas son:
• Mantenerlos con su familia.
• Incluirlos en programas que busquen fortalecer y apoyar a las familias.
• Darles ayuda económica si hay necesidades básicas insatisfechas, falta de vivienda o dificultades económicas, para mantener los vínculos familiares y lazos afectivos.
• Incluirlos en programas de asistencia integral a la embarazada.
• Darles tratamientos médicos, psicológicos o psiquiátricos a cualquier menor que lo necesite o a sus padres.
Hay otras medidas de protección excepcionales, que solo se admiten cuando los menores están privados de su familia, aunque tengan familia pero sea conveniente que no estén con ellos teniendo en cuenta el interés y beneficio para el menor.

Dentro de este segundo grupo de medidas encontramos:
Estar por un tiempo en otro ámbito familiar pero con personas vinculadas a ellos.
Por excepción, pueden convivir con un grupo distinto al de su familia. En ese caso, se debe considerar:
Que sea por el menor tiempo posible.
Que se reencuentre con su familia y grupo comunitario cuanto antes.
Que continúe yendo a la escuela.

Solo se podrá apelar a estas decisiones más extremas si antes se han cumplido todas las medidas de protección integral, se tuvo en cuenta la opinión de los menores, para mantener la convivencia entre los hermanos y que la autoridad que genera esta disposición informe dentro de las 24 horas al juez de familia que corresponda.

SIN IGUALDAD DE OPORTUNIDADES

Se estima que casi el 60% de la población infantil de nuestro país está bajo la línea de pobreza en alguna o varias dimensiones, vulnerando sus derechos a tener una vida sana y con igualdad de oportunidades, ya sea porque padecen inseguridad alimentaria, falta de acceso a la salud, a la educación, a la salubridad (agua potable y cloacas) y/o a la vivienda digna.

Medido en términos numéricos, un estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina realizado por la UCA, indica que 8,2 millones de niños de nuestro país son pobres y alrededor de 4,2 millones tienen problemas de alimentación, a pesar que el 59% recibe algún tipo de asistencia social. Esto refleja la existencia de una realidad muy compleja donde las medidas asistencialistas sirven como “paños fríos” pero resultan insuficientes a la hora de salvaguardar un crecimiento sano para los niños que padecen algún tipo de vulnerabilidad.

Desde 2017 en adelante el índice de inseguridad alimentaria no dejó de trepar y encontró su pico máximo durante los meses de pandemia, orillando el 15% en 2020. En los dos últimos años se observa una mejora ya que descendió a alrededor de 12% el universo de menores de edad que no acceden a una correcta alimentación, pero sigue siendo una cifras extremadamente alta para un país que paradójicamente es productor de alimentos.

En este marco, crecieron de manera ininterrumpida las ayudas alimentarias directas e indirectas. Se incrementó la cobertura de las transferencias de ingresos orientadas a los sectores sociales más vulnerables. Se estima que en 2022 la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otros beneficios que apuntalan a los chicos y chicas alcanzaron al 49,8 por ciento de la infancia y adolescencia. La cifra es más elevada que en los años previos a la irrupción del coronavirus e incluso que en la pandemia. También surgieron más comedores escolares y comunitarios que contribuyen de manera sustantiva y son una salvaguarda para todas aquellas familias que requieren ayuda. La creación de la Tarjeta Alimentar se constituyó en un nuevo soporte que actualmente cubre al 59% de la población infantil menor a seis años.

Pese a todo este bagaje de instrumentos, los niveles de pobreza e indigencia continúan siendo muy elevados.

A lo largo de 2022 y en lo que va de este año la economía muestra signos de crecimiento y se registran bajos niveles de desempleo. Pero continúa el deterioro sostenido del ingreso real de las familias, carcomido por los altos niveles de inflación. Esta realidad amplía abrumadoramente la brecha de la desigualdad. En el segundo semestre de 2022, un niño o niña ubicado en el 25 por ciento más pobre de la pirámide social registraba 17 veces más chances de estar en una situación de privación alimentaria por problemas económicos que su par en el 25 por ciento superior.

Además, estas desigualdades sociales se ven agravadas por las desigualdades regionales. Así, se observa que esta situación se eleva por encima del promedio en la población infantil de ciertas zonas del conurbano bonaerense, de la ciudad de Buenos Aires y de las principales áreas metropolitanas del país (Rosario y Córdoba), además de la región noreste: Formosa, Chaco, Misiones y Santiago del Estero.

El estudio de la UCA también señala que la escasa estimulación emocional e intelectual en los primeros años de la infancia es otro factor limitante en el desarrollo de muchos niños y niñas. La investigación revela que el déficit de estimulación en menores de 0 y 8 años a través de la palabra llega al 30,8 por ciento; el déficit de interacción a través de dibujo, al 22,7 por ciento entre el año de vida y los 8 años; al 12 por ciento cuando se trata de compartir canciones, como otra forma de oralidad; y al 6 por ciento cuando se trata de jugar.

Es decir que a tres de cada 10 niños no les hablan de manera temprana para estimular el desarrollo de capacidades y habilidades sociales. Estas carencias aumentan su incidencia a medida que desciende el estrato social y en algunos casos en el análisis se presentan diferencias regionales relevantes.

EL "TALÓN DE AQUILES"

Hasta aquí hemos podido ver datos que revela este estudio y son sucesivas fotos que muestran una pobreza estructural creciente y multidimensional, a pesar de los notables esfuerzos que se realizan desde diferentes sectores de la sociedad civil y desde el propio Estado que va tratando de establecer paliativos.

Sin embargo, podría transformarse en una película de terror porque esa población infantil que hoy no está correctamente asistida y crece en la pobreza y marginalidad, en pocos años se transformará en una población adulta vulnerable física e intelectualmente, que tendrá enormes dificultades para asimilar una capacitación e incorporarse a la vida laboral que está en medio de la cuarta revolución industrial donde se ponderan habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de innovar como requisitos indispensables. Y donde además la persona humana ya está compitiendo en ciertas áreas con los avances de la inteligencia artificial y la automatización de tareas.

En este contexto resulta imperioso que la comunidad en su conjunto asuma el compromiso de darle prioridad a la que quizás es, hoy por hoy, la problemática estructural más seria de nuestro país y que puede terminar transformándose en nuestro talón de aquiles. Promediando el siglo XXI, el capital social es el mayor y mejor recurso estratégico que una Nación puede tener. Nosotros lo estamos dilapidando y a la par hipotecando nuestro futuro como país.

Podemos negar esta realidad, echarle la culpa al dirigente o gobierno de turno, seguir apelando al individualismo que insufla el sálvese quien pueda o buscar soluciones colectivas superadoras.

Como sociedad tenemos una elevada deuda pendiente con nuestras infancias. Está comprobado que las medidas asistencialistas y la inconmensurable labor de gran cantidad de ONGs, que colabora con un vital voluntariado no alcanza porque se necesita un sistema que contemple múltiples instrumentos.

PRINCIPIOS DE SOLUCIÓN

Se requiere por lo tanto un gran acuerdo social y político, multipartidario y multisectorial que ponga esta materia como máxima prioridad y se aboquen a elaborar un plan integral para el desarrollo saludable de nuestras infancias y adolescencias, donde el sector público y privado trabaje a la par y codo a codo.

Sabemos todos que Argentina vive hoy una situación extremadamente delicada, no tomar las medidas adecuadas, que parte de la dirigencia siga jugando al “Antón Pirulero” o impulsar políticas donde la variable de ajuste sea quitarle derechos dignamente adquiridos a un sector mayoritario de nuestra sociedad que lucha día a día por mantenerse a flote, o peor aún, ir sobre aquellos que han caído en una condición de desgracia, no solo no nos sacará del pantano sino que muy probablemente más temprano que tarde añoraremos estos días que pensábamos que eran terribles pero en los que aún contábamos con las herramientas para salir adelante sin condenar nuestro futuro y sin perder la paz social.

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