jueves, 29 de diciembre de 2022

EDUCATIVAS Y CULTURALES

CUENTO


EL DÍA QUE DESAPARECIÓ VILLA DEVOTO


Escribe: NORBERTO PEDRO MALAGUTI
Integrante de la JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE VILLA DEVOTO




Ese 28 Diciembre, viernes para mayores datos, era de esperar que se sucedieran las habituales bromas que terminan con la tradicional frase “que la inocencia te valga”. No fue así, en un mundo en que la naturaleza parecía vengarse de las enormes agresiones que le ocasionábamos, nos respondía con una epidemia arrasadora, y la insensatez humana revivía otro episodio de guerra, no cabe duda que no había animo ni para bromas.

Regresando del trabajo recorría ese pueblerino y bucólico Villa Devoto, su alma provinciana parecía no tener imprevistos, un grupo de adolescentes salían de la academia de danzas de Fernández de Enciso, con sus risas como flores de distinto tono, parecían adornar nuestro barrio jardín. Crucé las vías y aunque las barreras estaban elevadas mire para ambos lados, signo de desconfianza, no lo sé.

Parecía terminar el día sin novedad, el teléfono en silencio, mientras buscaba algo en la heladera para hacerme algunos tostados, casi automáticamente apretaba el control remoto para someterme a la dictadura de la televisión.

Que puede encontrar un solterón en la heladera, una lata de paté de foie abierta, pan de molde, mayonesa, todos productos elaborados industrialmente, algo por lo menos para un emparedado.

Un alerta aparecía e interrumpía un programa de entretenimientos, luego unas letras rojas anunciaban, “existe la probabilidad de que un asteroide de unos ochenta kilómetros de largo se estrelle en la tierra", música adecuada para el caso. Me causo gracia, al fin aparecía el Día de los Inocentes.

Estaba realmente cansado, fui al baño, me cepillé los dientes y creo que llegué a la cama ya dormido.

El alarma del reloj despertador, que había olvidado desactivar me despertó a las ocho menos cuarto del día siguiente, me putee a mí mismo, porque soy de los que no puede reanudar el sueño, me llevé el teléfono al baño, puse radio Con Vos y elegí el toallón menos húmedo para secarme después de la ducha.

Justo cuando tenía los ojos picantes por la espuma del shampoo, un locutor se refería al tema de la posibilidad de que el asteroide hiciera impacto con nuestro planeta.

No era joda pensé, acelere el chapuzón y me fui a la compu a buscar en páginas científicas como era la cosa, y las habituales informaciones sensacionalistas.

Varios observatorios de Alemania, Rusia, Estados Unidos, el de Chile, habían detectado, analizado y proyectado su trayectoria y confirmaban hasta cual era la velocidad en que se aproximaba, todos los datos con impresionante la precisión.

A ello sucederían reuniones en las Naciones Unidas, con los principales científicos que llegarían a la conclusión que en unos sesenta días estaría ingresando a nuestra estratosfera.

Las conclusiones en que llegaron varios días después es que era absolutamente necesario impactarlo con misiles para desviarlo ya que si ello ocurriera podría convertirse en el fin de la existencia de la vida en la tierra.

Con la precisión que hoy la ciencia tiene, calcularon que 29 días antes de su impacto era el momento adecuado para destruirlo, se prepararon en distintos puntos de lanzamiento con diversas alternativas.

Se disparo un misil con carga atómica que interceptaría al asteroide unas dos semanas antes de su ingreso a la atmósfera. Como pudo observarse en todo el mundo el impacto produjo una explosión impresionante, se necesitaron tres días más para que se disipara el entorno y se pudiera analizar la situación.

El resultado fue que se había logrado el objetivo en un 93,547219% de acierto pero en realidad para la gente era lo menos importante, sino que el riesgo desapareciera.

A través de una evaluación se detectó habían quedado dos esquirlas que tenían una nada despreciable magnitud, uno de una circunferencia de ocho metros y el otro de cinco metros pero que aún su trayectoria continuaba hacia la tierra, y que dicho tamaño podría producir datos locales importantes.

Se analizó nuevamente y se estimó que sería posible que se desintegraran o estallaran en la atmósfera terrestre, las últimas precisiones indicaban que cayeran en el Atlántico Sur, próximo a la desembocadura del Rio de la Plata.

Lamentablemente no fue así, si bien gran parte se desintegro en la atmósfera, los dos restos apuntaban directamente a la Ciudad de Buenos Aires, y así fue, cayeron con una distancia de 500 metros entre sí en el barrio de Villa Devoto.

Problema menor para el mundo del “Norte civilizado”

El primero se estrelló en pleno Hospital Zubizarreta y dos segundos después el otro estallo a escasos metros de los jardines de la Facultad de Agronomía.

Ambos impactos fueron devastadores, cenizas quedaron del Hospital, la Biblioteca, los colegios de la residencia de Antonio Devoto, ni sombra de la casa de Tamini, del Castillito, del Palacio Ceci, en un área de más de tres mil metros a la redonda solo cenizas y escasos escombros.

Gran parte de Villa Devoto eran ruinas, su alma pueblerina, sus jardines, aquellas hermosas residencias del Devoto primitivo, esfumadas.

Curiosamente unos aficionados al periodismo astronómico y poseedores de extraordinarios equipos fotográficos, en una secuencia de exposiciones lograron fotografiar ambas esquirlas instantes antes de estallar.

Analizando posteriormente las fotografías les llamo mucho la atención su forma, por eso en el informe ponían que una tenia forma de botella de vino y la otra de una hamburguesa.

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