martes, 18 de enero de 2022

EDITORIALES

MEDIO AMBIENTE

“ESTAMOS EN LA LUCHA DE NUESTRAS VIDAS”

Una mirada de lo que pasa en el mundo, en América Latina, en Argentina, en la ciudad y en nuestra comuna.


“Somos la primera generación que siente los efectos del cambio climático y la última que puede hacer algo al respecto”. Barac Obama (COP 21 - 2015)


Escribe: Lic. MÓNICA RODRÍGUEZ


Muy preocupante:  En este mes de Enero Argentina registró temperaturas extremas
que marcaron récords históricos.

No es la primera vez que comenzamos un editorial con esta frase. ¿Por qué? Porque es paradigmática. Por un lado pone en blanco sobre negro y sin pruritos que el mundo está en un momento bisagra: los gases efecto invernadero contribuyen al cambio climático, la destrucción de los ecosistemas traen aparejadas temperaturas extremas, aumento del nivel del mar, incendios, diluvios, sequías, procesos de desertización, pérdida de reservas de agua dulce, entre otros males que ya están golpeando al mundo. Por el otro lado, marca nuestro papel trascendental como individuos y como sociedad para asumir el rol que nos cabe en este momento histórico.
El costo de ser indiferentes y dejar pasar la oportunidad será tan alto como pagar con la irreversibilidad de un proceso que puede significar el principio del fin de la humanidad. Y no creamos que esta reflexión solo está dirigida a los líderes mundiales. La contribución y aporte de cada uno y cada comunidad que se organice en post de estos objetivos es fundamental.

EL CONTEXTO MUNDIAL

Obama deslizó este pensamiento siendo el primer mandatario de la principal potencia mundial, responsable en gran medida, junto a otros países del llamado “primer mundo”, de la generación de los gases efecto invernadero, causantes del cambio climático.
Tampoco es menor que esta reflexión haya sido dicha en el contexto de la COP 21 (2015), una ambiciosa cumbre que estableció grandes objetivos para combatir el cambio climático que fueron rubricados por los líderes de las naciones participantes en el Acuerdo de París, mediante el cual se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo muy por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados, además de aumentar la capacidad de los países para hacer frente a los efectos del cambio climático y lograr que las corrientes de financiación sean coherentes con un nivel bajo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y una trayectoria resistente al clima. Actualmente 195 países han ratificado este acuerdo y es un intento de acción global sin precedentes.

¿En qué punto estamos ahora? A siete años de aquel pacto, nos damos cuenta que gran parte de los objetivos trazados han quedado solo en el papel. Los avances no han ido al ritmo de lo esperado y menos de las urgencias que tiene el mundo en materia ambiental. Este camino sinuoso, con marchas y contramarchas, intereses contrapuestos que se ajustan a determinados modelos de producción quedó plasmado en el documento final de la COP 26 llevada adelante en Glasgow en 2021 donde el secretario general de ONU (Antonio Guterres) admitió su decepción por lo resuelto en este último cónclave ya que consideró que reflejó los intereses, las contradicciones y el estado de la voluntad política en el mundo actual. En este sentido Guterres advirtió que es hora de pasar al "modo de emergencia", poniendo fin a las subvenciones a los combustibles fósiles, eliminando el carbón, poniendo un precio al carbono, protegiendo a las comunidades vulnerables y cumpliendo el compromiso de 100.000 millones de dólares de financiación para el clima. E instó a los jóvenes, las comunidades indígenas, las mujeres líderes y todos aquellos que lideran la acción climática a no bajar los brazos… “Estamos en la lucha de nuestras vidas, y esta lucha debe ganarse. Nunca se rindan. Nunca retrocedan. Sigan empujando hacia adelante".

AMÉRICA LATINA Y ARGENTINA

Un dato no menor es que América Latina está padeciendo los embates del cambio climático más que cualquier otro continente. En este contexto Argentina lo vive con situaciones extremas como las que se están dando en este mes enero con temperaturas que marcan récords históricos ubicándolo en el país más caliente de la tierra, con una sequía que comienza a amenazar seriamente las cosechas y ríos con bajantes que generan una gran mortandad de peces.
Quizás el mayor daño a nivel continental lo esté produciendo el sistemático desmonte de miles y miles de hectáreas del principal pulmón verde del mundo que es la selva amazónica, que se hace con el solo fin de destinar esas tierras a la explotación agrícola. La consecuencia: erosión de la tierra - sequías y avances de los procesos de desertización hacia el sur.
En nuestro país los modelos económicos centrados en el extractivismo y la producción de materias primas que durante años fue inclinándose hacia un cuasi monocultivo de soja transgénica han contribuido a desmontar desde la década del ’90 a la actualidad 8.000.000 de bosques nativos (equivalente a una provincia entera), se suman a eso actividades extremas como la minería a cielo abierto, que pone en riesgo entre otras cosas ni más ni menos que las reservas superficiales y subterráneas de agua dulce, el fracking (Vaca Muerta) y ahora la pretendida exploración sísmica y posible explotación off-shore de petróleo en aguas del Atlántico Sur, sin descontar también que el 80% de nuestra matriz energética es a base de combustibles fósiles.

¿Y POR CASA… CÓMO ANDAMOS?

Los espacios verdes absorbentes son fundamentales
en la grandes ciudades como Buenos Aires.


La ciudad de Buenos Aires no escapa a la problemática ambiental y las mayores amenazas que trae aparejado el cambio climático para la capital argentina son las inundaciones e islas de calor producidas por la cementación.
Las grandes urbes del mundo están tratando de contrarrestar los efectos del cambio climático sumando bosques urbanos que otorgan más superficies permeables al agua de lluvias y conforman ecosistemas que mitigan las condiciones producidas por la cementación. En el mismo sentido, las ciudades que tienen la suerte de poseer bordes costeros como la nuestra, suelen preservar sus riberas para afrontar eventuales ascensos del nivel del mar y permitir que los vientos entren hacia el centro de la ciudad amainando las temperaturas extremas.
En la ciudad de Buenos Aires la planificación e implementación de las políticas públicas en esta materia parecen ir en sentido contrario. Analicemos diferentes dimensiones.

AUMENTO DE LA CONSTRUCCIÓN

Los códigos urbanísticos y de edificación sancionados en 2018 tienen por objetivo acompañar una ciudad que planea duplicar su población de 3.000.000 a 6.000.000 de habitantes. En este sentido, los códigos modificaron la capacidad constructiva sobre los terrenos en ciertas áreas de la ciudad, lo cual se ha traducido en un boom de la construcción y del mercado inmobiliario, sobre todo en barrios de poder adquisitivo medio y alto, donde la rentabilidad está asegurada. A esto hay que sumarle que en diciembre de 2021 la legislatura aprobó 11 convenios urbanísticos, que no son más que excepciones mediante las cuales se autoriza a construir por encima de lo estipulado en la normativa vigente. Para el 2022 los diputados de la ciudad tienen en carpeta aprobar 31 convenios urbanísticos más.
Atentos a esta planificación, como contrapartida la norma compromete a la ciudad a garantizar espacios verdes de proximidad que deben estar a no más de 400 metros de cada domicilio. Y define claramente qué es un espacio verde: área destinada a uso público, paquizado o agreste cuya característica es el predominio de espacios vegetales y suelo absorbente y descarta como suelos absorbentes a las losas parquizadas porque no permite que las aguas pluviales lleguen a las napas inferiores. Esta parte del código hasta el día de hoy no se cumple.

Con un agravante más, el 11 de Noviembre de 2021 entraron en vigencia las modificaciones al Código de edificación, donde dejaron de ser obligatorias las presentaciones de viabilidad para provisión de servicios en obras nuevas. Es decir, que ahora los desarrolladores no tienen más la obligación de hacer consultas de factibilidad para los proyectos: ni a AySA, ni a Edesur/Edenor, ni a Metrogas/Gas Natural. Esta nueva medida comienza a implementarse en el marco de una crisis donde algunas de las compañías de servicios públicos no están dando las prestaciones mínimas y elementales.


ESPACIOS VERDES:

Las grandes ciudades están multiplicando sus bosques urbanos
para mitigar los efectos del cambio climático

Desde los slogans se promociona a la capital de los argentinos como “Ciudad Verde”.

En la realidad, ¿somos una "ciudad verde"?
Según un informe de la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria de FIUBA, en los últimos 15 años en la ciudad se privatizaron 500 hectáreas de espacios públicos, de ellos 150 hectáreas eran espacios verdes.
Los datos oficiales del gobierno local establecen que hay 6 m2 de espacios verdes por habitante, muy por debajo de lo recomendado por la OMS -que dice que debe haber un umbral no menor a 9 m2 de espacios verdes por habitante (1)- repartidos en 3.646 “espacios verdes”. Pero en ese cómputo resulta que más del 60% son maceteros, canteros, plazas y plazoletas secas, plazas y plazoletas con predominio de cemento, aliviadores de tránsito, terrazas verdes y jardines verticales, es decir, en rigor no son espacios verdes y el Código urbanístico no los reconoce como tales.
Debemos agregar que la distribución de las superficies verdes en la ciudad es muy desigual. Por ejemplo, mientras la Comuna 1 cuenta con la reserva ecológica, en la Comuna 11 Villa Santa Rita tiene el triste récord de ser el único barrio de la ciudad que dispone de una plaza.

LA COSTANERA:

En el borde costero nuestra ciudad también parece ir a contramano de las urgencias ambientales: el pasado 2 de diciembre la Legislatura aprobó dos controvertidos convenios urbanísticos que permiten construir edificios en los predios conocidos como Costa Salguero y gracias a la modificación de la nomenclatura catastral de la ex “Ciudad Deportiva” ahora podrán desarrollar torres de hasta 145 m de altura. 
Lejos de recuperar la costa para destinarla a espacios verdes públicos, los representantes del pueblo porteño autorizan más y más construcción.


ARBOLADO:

Se registra una pérdida sustantiva del patrimonio arbóreo debido a extracciones sistemáticas y podas que por llevarse a cabo por personal inexperto se transforman en mutilaciones que terminan en muchos casos, provocando la muerte del ejemplar.
Los árboles extraídos suelen ser reemplazados por pequeños retoños y está comprobado que entre el 40% y 70% no logra sobrevivir por falta de cuidados (riego).
Cuando se extraen árboles, también se tapan algunas planteras y no se repone con nuevos ejemplares.
Hay que decir el Gobierno de la ciudad es bastante laxo en hacer cumplir la parte “B” de los contratos que mantiene firmados con las empresas de mantenimiento del arbolado público. En esta sección, el contrato dice que antes de extraer un ejemplar se deben extremar los recaudos para salvarlo, realizando todos los estudios y tratamientos que sean necesarios.
La ciudad cuenta con aproximadamente 530.000 árboles, pero debería haber un árbol cada 3 habitantes, es decir, hay una deuda de 470.000 ejemplares.
Es importante subrayar que el arbolado público no solo es meramente estético sino que cumple la función de ser regulador térmico. Por ello, los árboles no solo se cuentan en unidades sino por cantidad de hojas. No es lo mismo un ejemplar adulto cuyo follaje brinda enormes beneficios que un retoño recién plantado que le tomará décadas desarrollarse.
En la pérdida de superficies absorbentes hay que contabilizar los terrenos privados. Cada vez que se derrumban casas bajas con parques para construir edificios, es usual que se pierdan frondosos árboles y superficies verdes absorbentes que en algunos casos se reemplazan por cocheras cementadas y/o “terrazas verdes” cuyos subsuelos son destinados garaje y entonces dejan de ser superficies absorbentes para escurrimiento de aguas pluviales.

En fin, estamos ante un modelo de desarrollo en el país y en la ciudad de Buenos Aires que parece no ser sustentable en materia ambiental y atenta contra la calidad de vida sus habitantes. 
Los vecinos de la comuna 11 pueden dar fe de ello, a juzgar por la crisis de ciertos servicios públicos que deja habitualmente a cientos de hogares de la jurisdicción sin luz debido a deficiencias y falta de mantenimiento del tendido de media y baja tensión que resulta insuficiente para alimentar la creciente demanda, la falta de presión de agua en ciertas áreas, zonas que se anegan frente a lluvias medianamente torrenciales, pérdida de patrimonio arbóreo y sustantiva falta de espacios verdes públicos.

(1) ONU H HABITAT 2015.

2 comentarios:

  1. Excelente análisis de la situación climática y las consecuencias inmediatas en nuestro diario vivir. Me parece una propuesta ciudadana importante que cada unx atendamos a cómo vivimos en esta ciudad y en nuestros barrios que habitamos y compartimos. Muchas gracias!!!

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  2. Buena nota. Hay que apoyar al desarrollo de espacios verdes en la ciudad. Al barrio villa santa rita le falta una plaza. El lote de jonte y cuenca es ideal para eso

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