miércoles, 1 de mayo de 2019

CONMEMORACIÓN

DÍA DEL TRABAJADOR

UN DERECHO CON ALTOS COSTOS


Quienes en la actualidad celebramos este día de descanso, en general perdemos de vista el origen trágico de esta fecha, que se remonta al siglo XIX.


"MANIFESTACIÓN" Antonio Berni (1934)
Fue un 1º de mayo de 1886, cuando un grupo de trabajadores sindicalistas inició una masiva manifestación en Chicago para exigir la reducción de la jornada laboral de 12 ó 16 horas a solo 8 por jornada.
Dicha manifestación se extendió por cuatro días y desencadenó violentos incidentes en la Plaza de Haymarket, Chicago. En medio de los desmanes, una persona -quien nunca fue identificada- lanzó una bomba que dejó varios policías fallecidos.
En represalia, las autoridades condenaron a muerte a cinco trabajadores sin tener pruebas en su contra. Los fallecidos y detenidos por el incidente fueron identificados como los "Mártires de Chicago".
Finalmente, la manifestación logró su objetivo y meses después, las empresas debieron acatar el cumplimiento de la ley que reducía las extensas jornadas laborales de los obreros y empleados de las fábricas.
Tres años después de los hechos ocurridos en Chicago, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional de Francia instauró el 1º de mayo como "Día del Trabajador" en recuerdo de los "Mártires de Chicago".

Si bien esto ocurrió en Estados Unidos, no fueron menores las luchas que se dieron en nuestro país a lo largo de décadas y décadas entre los cuales se registran tristes hitos como la semana trágica y el batallar de miles de trabajadores por los derechos que gozamos las generaciones actuales.
Podríamos decir que el contenido del artículo 14 bis de nuestra Constitución Nacional ha tenido altos costos para quienes lucharon por ellos. Muchos pagaron con su vida, otros dedicaron gran parte de su tiempo histórico a pujar por una distribución más equitativa entre el capital y el trabajo y la mayoría quizás ni siquiera pudo verlo plasmado en la realidad. Bien vale hoy reflejarlo:
“El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un registro especial. 
“Queda garantizado a los gremios: Concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo.
“El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.”

En estos días donde millones de trabajadores están en jaque y nos persuaden que los derechos adquiridos son meros privilegios, queriéndonos someter a regímenes de seudo meritocracia que en realidad esconden flexibilizaciones laborales extremas al estilo Brasil e intentan socavar nuestro sistema previsional para llevar la edad jubilatoria a una edad cercana al fin de la esperanza de vida o nos convencen que aquellos que no tienen trabajo son vagos “planeros” que quieren vivir a costa de otro, cuando en realidad se les niega a la inmensa mayoría de ellos la posibilidad de tener una labor digna a cambio de una “caridad” cuyo única razón ya no es amparar al caído en desgracia sino simplemente evitar un estallido social. El costo de esta debacle para quien lo padece y para el resto de la sociedad sobre la que recae, no es solo económico, es una carga mucho más pesada y profunda, porque cuando se destruye el trabajo formal y digno durante décadas se gestan bolsones de miseria, la pobreza se hace estructural y multidimensional: las carencias económicas pasan a multiplicarse en carencias alimenticias, de salud, educativas, culturales, emocionales y hasta espirituales que se trasmiten de padres a hijos, revertirlas en una tarea inconmensurable.

A quienes nos toca vivir este momento histórico tenemos una doble responsabilidad, abroquelarnos codo a codo para que nuestras empresas, principalmente las Pymes que son las generadoras de más del 70% de empleo en nuestro país puedan seguir produciendo, creciendo y generando trabajo digno al amparo de los derechos adquiridos que supimos conseguir y que en algún momento de nuestra historia convirtieron a Argentina en un faro y encontrar los caminos para revertir esta pobreza estructural que hoy encuentra a seis de cada diez niños de nuestra tierra en alguna dimensión de pobreza. Debemos hacerlo no solo por nosotros, sino fundamentalmente por nuestra posteridad. De lo contrario, dejaremos como herencia un lastre imposible de revertir.

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