SALUD MENTAL
LA EVALUACIÓN NEUROCOGNITIVA Y DARÍO
Escribe: ADRIANA S. DEZA. Lic. en Psicología. Prof. De Filosofía. Especialista en investigación educativa.
Alguna vez comenté en un artículo, como los terapeutas recurrimos a diferentes recursos para ayudar con celeridad en casos, que así lo requieren. Darío (nombre ficticio) es un claro ejemplo. Cuando vino a verme su lentitud y desgano parecían corresponderse a un cuadro depresivo en progreso. Al investigar sobre la historia de su familia y su propia infancia, no aparecían enfermedades congénitas vinculadas a la depresión, tampoco de otro tipo de patologías psíquicas. A pesar de contar con 22 años solicité una entrevista con sus padres, les pedí, completaran un formulario protocolo para asegurarme de las percepciones del entorno más cercano a él. Los progenitores se mostraron bastante molestos con el joven, le atribuían “vagancia” a sus múltiples fracasos tanto escolares como laborales. Decidido a estudiar Psicología mi paciente, hacía caso omiso del decir de su entorno, frases del tipo “siempre fui así” “tengo mis tiempos” “mis viejos son intolerantes” “no me entienden”, abundaban en nuestras sesiones. Al comenzar la fecha de parciales la neurosis exacerbada para inscribirse, se diluía en ilaciones lógicas y de una fortaleza yoica, llevándome de ella, a la obsesión, cada vez, más cristalizada, sin embargo, la aparente tranquilidad propia de su estilo, comenzó a inquietarme. Durante ese lapso, le sugerí consultara a un psiquiatra para saber si el profesional, consideraba la posibilidad de estudios o medicación. Darío se negó. Para tranquilidad de ambos y obviamente otros, interesados en la vida de este inteligente muchacho, no existían fantasías suicidas ni melancolía extrema. Los avatares de la adolescencia genera muchas veces, cuadros sintomáticos confusos porque entre otros motivos, los adolescentes sufren y lo hacen con intensidad. Pero en medio de todo el espectro de esta llamativa personalidad, la lentitud se presentaba como algo dentro del ámbito del exceso. Decidí entonces, sugerirle hacerle una evaluación neuropsicológica y el resultado fue: un deterioro cognitivo considerable, sobre todo, a su corta edad. Por supuesto, el informe lo dirigí a una profesional y con este, la derivación. Durante 3 meses, le hicieron todo tipo de estudios que por suerte, salieron bien. Luego de un tiempo volvió a análisis con un entusiasmo inusitado sobre su carrera y un cambio, si bien, su personalidad seguía siendo serena. La duda dejó de ser casi la única manera de intentar resolver sus inquietudes. Paralelamente con la terapia, Darío hacía un taller de rehabilitación cognitiva, puntualmente, un taller de lectura en un centro de jubilados y gratuito. Allí, consiguió trabajo, acompañaba casi todo el día a un señor mayor y viudo con dificultades para movilizarse. En las sesiones me contaba con alegría de su verdadera vocación de ayudar desde la psicología. Paulatinamente comenzó a dar más parciales y finales. Pasamos del sillón al diván y compartimos la aventura del psicoanálisis, también el camino bifurcado con arribo a una apertura hacia el azar, el juego de la incertidumbre y el corte para no tapar el acontecimiento. Una vez hubo enojo por un corte corto, ahora no. Los dos sabemos que hay sesiones que merecen ser terminadas en 20 minutos. Asimismo, los logros se sienten en el después.
Hoy la serenidad es calma y armonía, sin metas rígidas. Hoy el conflicto no es pelea y el momento de lentitud se elige, no se impone desde un afuera desconocido.
Mañana es un estado de cosas por venir. Mañana puede ser negrura o brillo. Mañana es un milagro de vida porque ésta, es siempre retorno de lo mismo. Y recordando la imposibilidad de lo posible a venir con exactitud, voy a citar a Gadamer, pensador notorio en el pensamiento de la Hermenéutica. “La física y la biología tienen en consecuencia un horizonte ontológico que en su calidad de ciencias no están capacitadas para rebasar”.
Consultas:
TE: 4584-2014
Cel.: 1536560318
Consultorio en Villa del Parque.
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