NOTA DE TAPA
2026
Un año para tener los ojos bien abiertos, los oídos atentos y voz presente con una participación activa en los debates que se abran
Escribe: Lic. MÓNICA RODRÍGUEZ - Dirección
Estoy escribiendo estas líneas pocos días antes de finalizar un año más. Para quienes ya llevamos unas cuantas décadas de experiencias acumuladas, parecería que las páginas de la vida van pasando de manera cada vez más rápida y los años se diluyen en un abrir y cerrar de ojos.
Pero indefectiblemente los últimos días del año siempre nos mueven a la reflexión, a balances personales y también los que nos involucran como parte de una comunidad.
Es un momento donde el tiempo parece detenerse y todo nuestro ser, de repente, asume que está en una frontera, imaginaria por cierto (porque el primero de enero no será muy distinto al 31 de diciembre), pero es una marca que se convierte en una buena excusa para hacer una pausa, mirar hacia atrás y proyectarnos hacia adelante.
No se trata de hacer un inventario frío y numérico, es una reflexión que nos atraviesa en toda nuestra humanidad, para reconciliarnos por los errores que pudimos haber cometido en el camino; ¡para agradecer, siempre agradecer!, por la bendición de amanecer cada mañana rodeados de las personas que amamos y nos aman, que valoramos y nos valoran, siendo conscientes que cada día es una nueva oportunidad para seguir viviendo a pleno.
Cada año que concluye es una instancia para observar qué es lo que tenemos que ordenar o reordenar, modificando aquello que funciona como ancla. A partir de allí, se trata de seguir sembrando nuevas esperanzas, con ideas y proyectos, los que ya traemos o nuevos, pero con la convicción que formarán parte del rumbo que queremos y podemos darle a nuestra vida.
Para visualizar el futuro necesitamos configurar un plano mental y el trazado por el que nos proponemos transitar, evaluando los probables desafíos a los que tendremos que enfrentarnos y asumiendo que pueden presentarse imponderables que allanen nuestros propósitos o por el contrario los obstaculicen. Por eso, tener siempre a mano un plan “B” nos da un soporte extra.
Y luego hay otra faceta que no podemos soslayar porque no vivimos solos ni en el barrio, ni en la comuna, ni en nuestra ciudad, ni en nuestro país ni en un mundo que parece estar cada vez más convulsionado.
Ya lo decía Aristóteles allá lejos y hace tiempo, “el Hombre es un ser social por naturaleza”, es decir, solo a partir de vínculos sociales puede lograr sobrevivir y desarrollarse, primero gracias a nuestras familias que nos cuidan, nos alimentan y son nuestro sostén y luego todas las redes sociales que nos albergan, las que construyeron nuestros antepasados y tenemos la responsabilidad de contribuir a cuidarlas, como las nuevas, las que podamos crear o a las que nos sumemos con el ánimo de participar para mejorar nuestra calidad de vida y la de las generaciones por venir.
Dentro de esta convivencia social, hay corrientes actuales -que no son nuevas- que ponderan la cultura individualista, donde cada uno se salve como sepa y pueda. En ese contexto, algunos de quienes suscriben estas ideas, prefieren alejarse, enfrascarse, no escuchar, no leer noticias que contradigan su pensar. Viven en la “felicidad de la ignorancia”, convencidos que ellos y solo ellos son los artífices de su propio bienestar.
Luego están aquellas personas, que con las mejores intenciones tratan de estar informados pero terminan quedando atrapadas por fake news o desinformados por aparatos comunicacionales que manipulan más de lo que informan.
En la era de la comunicación instantánea, reconocer las información veraz de la que no lo es, no es tarea sencilla. Requiere esfuerzo, dedicación, apertura mental, cierto grado de rebeldía y atrevimiento para no aceptar sumisos los contenidos que nos trasladan y tener la habilidad de “cruzar” las noticias para luego analizarlas, desmenuzarlas y sacar nuestras propias conclusiones. ¿Por qué digo esto? Porque lógicamente hay una primera tendencia natural a solo querer ver y escuchar a aquellos con quienes filosófica e ideológicamente nos sentimos identificados. Pero para no caer en la trampa, debemos anteponer una cuota de audacia y de espíritu crítico, animándonos a atender lo que se está diciendo en otro lado, los que piensan distinto, los que informan desde otro lugar, inclusive a aquellos que en principio no les creemos demasiado. ¿Qué nos dará esto? Nutrirá nuestros puntos de vista, escucharemos argumentos que enriquecerán nuestro análisis. Nos haremos una nueva y mejor composición del tiempo y el espacio para finalmente desembarcar en conclusiones propias, lejos de “frases hechas” que nos gatillan una y otra vez para que solo las repitamos.
Pero cuidado, porque en este camino, tenemos que prestar especial atención a las redes sociales y a los pícaros “algoritmos” que intentan hacernos ver y escuchar solo aquello que nos confirmen nuestras ideas preconcebidas o nuestras propias hipótesis, lo que se da en llamar “sesgo de confirmación”. Para evitarlo, es conveniente seguir cuentas informativas que nos aporten desde la diversidad, desde las que nos gustan y con las que nos identificamos más hasta las que nos gustan menos, las que están en nuestra corriente ideológica como la que están en la vereda opuesta, incluir a medios internacionales e inclusive influencers que hagan análisis a partir de datos y no solo relatos, es también una buena opción.
Los hechos invariablemente, directa o indirectamente nos alcanzan estemos informados, desinformados o que no tengamos noción de lo que está pasando. ¿Cuál es la diferencia? Que no nos agarre desprevenidos, para tener capacidad de reacción. Porque cuando los acontecimientos son buenos, tendremos la dicha disfrutarlos y quienes estén bien informados tendrán mayor capacidad de aprovechar el envión para potenciarse, y cuando lleguen desencadenantes no tan felices, que nos afectan particularmente o crisis más generalizadas que impacten sobre grandes mayorías, estemos preparados porque estos embates suelen pegarles más fuerte y hacerles más daño a los que no se lo esperan y los más débiles.
2026 promete ser un año de grandes transformaciones para nuestro país. Con algunas cuestiones macro ya implementadas, el gobierno ahora se propone “reformas de segunda generación”, entre ellas, las reformas laboral, previsional y tributaria. Por supuesto, también hay otras grandes modificaciones como una reformulación educativa que prevé apartar definitivamente al Estado nacional o los cambios en la ley de glaciares y periglaciares que abriría la puerta a la megaminería en zonas que hoy están prohibidas y donde se pone en juego nada más y nada menos que el acceso al agua dulce de los espejos superficiales como mantener la pureza de las aguas subterráneas y acuíferos. Y esto solo para mencionar algunos de los temas medulares. Si estas iniciativas que se están tejiendo en el “palacio” se terminan sancionando, seguramente el país que conocemos hasta hoy, sea muy diferente al final del año próximo, con otras reglas de juego y normas de convivencia.
Desde el lugar que cada uno ocupamos, podemos elegir ignorarlo y que la vida nos “sorprenda”, mantenernos impávidos viendo por la tele lo que está pasando sentados en el cómodo sillón de nuestro hogar o mantener todos nuestros sentidos bien despiertos, ojos abiertos, oídos atentos, voz presente, con una participación activa en los debates y los procesos que se abran, siendo plenamente conscientes que directa o indirectamente las reformas que salgan del congreso impactarán, para bien o para mal, en nuestras vidas, en las de nuestras familias y muy posiblemente en las de las generaciones venideras. La decisión es nuestra y el futuro que sepamos construir solo depende de nosotros, porque como solemos insistir desde estas páginas, los gobiernos cumplen sus mandatos, los funcionarios pasan y los que quedamos disfrutando de las buenas políticas o padeciendo las consecuencias de las malas, siempre somos nosotros.
Todo el equipo de Aquí Villa del Parque les deseamos una Navidad bendecida y un muy feliz 2026!
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