martes, 16 de abril de 2024

LA OPINIÓN DE ESPECIALISTAS

SALUD Y BIENESTAR


ENVEJECIMIENTO, FAMILIA Y CUIDADOS

Las relaciones de dependencia extrema con los cuidadores


Escribe: Lic. MARÍA CLARA COCCO - Psicóloga/Gerontóloga


Desde que nacemos dependemos de otro para vivir. Alguien, que generalmente es la madre, nos alimenta, nos cuida, nos quiere.

Sin esa condición necesaria el bebé no podría vivir. A lo largo del desarrollo y crecimiento el niño va incorporando otros seres que le demuestran amor e interés: el padre, los hermanos, los abuelos. Esas personas ejercen sobre el niño una influencia capaz de mostrarle otros caminos, otras formas de relacionarse, otras formas de dependencia que le permiten ir separándose de la madre incorporando nuevos caminos hacia la independencia y el fortalecimiento de su autonomía.

Podemos decir entonces que la dependencia no es una enfermedad sino una condición ineludible de toda relación humana significativa de interés y de amor. Es el amor y el temor a perderlo lo que nos hace dependientes del ser amado.

Un sujeto con su historicidad es el que encuentra el cuidador de personas mayores. Es una persona que ha transitado a lo largo de su vida diversas experiencias que han dejado su marca y que han forjado su carácter, sus gustos, sus maneras de relacionarse y de afrontar las dificultades.

Cuando la familia teme por la integridad de la persona mayor y supone o comprueba alguna señal de peligro para su seguridad, o cuando emerge una patología que invalida las funciones vitales, la relación de dependencia se reinstala de diversas formas. Comienza una nueva etapa de las relaciones familiares que requiere la búsqueda de soluciones que funcionen de apoyo y contención.

Surge entonces la pregunta: ¿cómo definir los límites de la dependencia y la necesidad de cuidados? ¿hasta dónde la sobreprotección familiar de no dejar hacer, limita la autonomía de las personas mayores? ¿Hasta dónde debe llegar el cuidado para que no resulte inhabilitante?

Estas preguntas no hacen más que convocar a la reflexión sobre la complejidad que conlleva la comprensión del transcurrir del proceso de envejecimiento para cada sujeto y su familia.

Debemos concluir entonces diciendo que a nuestro criterio sólo la intervención de profesionales, la organización y la capacitación de los responsables del cuidado sobre los diversos temas de la Gerontología es lo que otorga herramientas a los cuidadores para comprender las diversas formas en las que se presentan las patologías de la vejez y la manera de trabajar con ellas.

Es deseable que el objetivo del camino emprendido sea la construcción de proyectos de trabajo individualizado para la recuperación de las funciones que se creen perdidas, dando permiso al surgimiento del deseo de no perder todo y de poner en marcha las acciones cotidianas con un grado de mayor creatividad, aún en condiciones de extrema dificultad.

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