jueves, 26 de marzo de 2020

ACTUALIDAD

ARGENTINA


EL CORONAVIRUS Y UN DILEMA EXISTENCIAL


El dilema no es optar “entre la vida y la economía”, el dilema es encontrar una transversal donde el “remedio sanitario” no sea peor que la enfermedad y lleve a una hecatombe social.


La pandemia del coronavirus encontró a nuestro país en un momento de extrema fragilidad: un contexto económico muy delicado, vulnerabilidad social de una parte significativa de la población que se encuentra bajo la línea de pobreza y muchísimos en condiciones habitacionales de hacinamiento, además de un sistema de salud pública deteriorado producto de años de falta de políticas adecuadas.
Desde el punto de vista estrictamente sanitario, Argentina además está afrontando en paralelo la epidemia de Dengue, un brote significativo de Sarampión que volvió a aparecer luego de 18 años que no hubiera casos, producto de la relajación en la vacunación del universo de personas que debería estarlo y reaparecieron la tuberculosis, lepra y sífilis, enfermedades que en algún momento se consideraron erradicadas.
La capacidad instalada ociosa de nuestro sistema de salud -público y privado- previendo que debe cubrir una fase de mitigación de este mal, es muy limitada en cuanto a la cantidad de camas (terapia intensiva, intermedia y salas), equipamiento, insumos médicos y disponibilidad de profesionales y auxiliares de la medicina.
Los gobiernos, nacional y de las provincias, son plenamente conscientes de esto. Y si bien en un primer momento las autoridades sanitarias nacionales no visualizaron con claridad la rapidez con la que se presentarían los primeros “casos importados” en Argentina, por ponderar la cuestión estacional y por estar enfocados en otra epidemia que hasta este momento es mucho más grave en nuestro país, como es el dengue, pronto tuvieron la capacidad de accionar y ajustarse a las recomendaciones de la OMS.
El Poder Ejecutivo de la Nación decidió así poner al país en cuarentena extrema, lo cual significa aislamiento social obligatorio para la mayoría de los 45 millones de habitantes y un cese casi total de las actividades, salvo las que tienen que ver con artículos y labores esenciales. Esta medida que en principio se extiende hasta el 31 de marzo, el presidente la fundamentó en “si el dilema es la economía o la vida, yo elijo la vida”.
Estas acciones extremas de corte netamente sanitarista que buscan que no se desborde el sistema de salud ciertamente han sido excelentes para ganar tiempo: ajustar el volumen de camas disponibles dotándolas del equipamiento necesario tanto en terapia intensiva como salas, disponer espacios de cuarentena para enfermos de menor gravedad y poder implementar test masivos que den un panorama claro del volumen de personas infectadas y los conglomerados donde están.

Ahora bien, la cuarentena extrema que abarca a todo el país y a casi todo el universo de sectores solo puede hacerse por un tiempo muy limitado, teniendo en cuenta que el apagón productivo traerá consecuencias y si se prolonga en el tiempo, éstas pueden ser impredecibles.
El dilema no es optar entre la vida y la economía, el dilema es encontrar una transversal donde el “remedio sanitario” no sea peor que la enfermedad y lleve a una hecatombe social.

Por supuesto, el hilo siempre comienza a tensarse por los sectores más vulnerables. Y eso ya está sucediendo en el segundo y tercer cordón del conurbano y en los barrios de emergencia de la ciudad de Buenos Aires. Ya esta semana desde los movimientos sociales y desde diversos sectores de la Iglesia comienzan a avisar las tensiones sociales por la resistencia al confinamiento en ámbitos donde el hacinamiento en los domicilios es peor que estar en la calle y la panza vacía produjo incidentes que llevaron, por ejemplo, a tener que llevar al ejército a abastecer de comida a los barrios más marginales.
Del mismo modo, el gobierno para calmar la desesperación que ya comenzaba a vivirse en las capas más necesitadas de la población debió anunciar un salario de emergencia familiar para los trabajadores informales y monotribustistas (solo categorías A y B) que viven de changas o del ingreso del día a día. Pero “del dicho al hecho hay un gran trecho” y ese subsidio llegará recién a partir del 15 de abril, un tiempo muy lejano para quienes ya tienen los bolsillos vacíos y no pueden ni ir a comprar comida.

Ahora, los medios de comunicación masiva anuncian que sería prácticamente una decisión tomada extender esta cuarentena extrema hasta el 15 de abril.
Uno se pregunta si desde el gobierno están ponderando todas las variables sobre la mesa para la toma de semejante decisión.

Pongamos el caso de las micro, pequeñas y medianas empresas que están absolutamente paradas y aún aquellas que producen o comercializan bienes esenciales han visto disminuir su actividad al mínimo por falta de consumo. De ellas depende el 65% de la población económicamente activa a la que le da trabajo, muchísimas de ellas son de carácter familiar y/o conducidas por personas cuyo promedio de edad supera los 50 años de edad, período de la vida donde es muy difícil reinsertarse en el mercado laboral. Significan el 95% de las empresas del país y representan el 45% del total de la comercialización, moviendo el grueso del mercado interno.
En Estados Unidos realizaron un estudio estimando cuánto tiempo podían soportar cerradas las Pymes en aquel país. El resultado fue que pueden aguantar 27 días, pero en el caso de los gastronómicos se reduce a 15 días. En Argentina sobrevivirían solo la mitad de ese tiempo, siendo optimistas.
Con los días que ya llevamos de confinamiento obligatorio este sector ya está jaqueado y acorralado porque no puede trabajar, no tiene ingresos, se rompió la cadena de pagos y no podrá hacer frente a sus obligaciones: pagos de salarios a partir del 1º de abril, vencimientos de servicios, tarjetas, alquileres, expensas, cuotas y el auto sustento de sus propias familias. Aquí el peligro no es que este sector deje de ganar, sino que deje de existir.
Las tenues medidas que el gobierno está analizando en materia económica para este segmento y otras que anuncia a cuentagotas, que repito es el 94% de las empresas del país, serán inconducentes ante esta "bola de nieve" que se agranda día a día y se tornará imparable si se prolonga esta cuarentena extrema, porque si se traduce en quebrantos a gran escala llevará a una ola de despedidos aumentando los índices de desocupación y pobreza hasta niveles nunca antes vistos.

Es por ello que sería imprescindible que el gobierno analice con sus equipos todas las variables y encuentre un camino transversal.
Salir de esta cuarentena extrema es imprescindible también desde lo sanitario. Se sabe que el 70% de la población más tarde o más temprano contraerá el virus. Al ser así, la comunidad debe ir inmunizándose porque de lo contrario cuando se levante la cuarentena lo único que se habrá hecho será correr la curva para adelante en el tiempo (si aún no hay una vacuna) y podría tocarnos que la ola de contagiados por COVID-19 se acelere en pleno invierno chocando con las gripe estacional, lo cual sería aún más grave.

Es imperioso que a partir del 1º de abril la cuarentena sea por áreas territoriales determinadas por clusters con testeos masivos (barrios, municipios, ciudades y/o provincias que estén muy comprometidas por la cantidad de casos) y por sectores poblacionales, manteniendo en principio en cuarentena a los adultos mayores (de 60 años en adelante), los estudiantes de todos los niveles, empleados públicos que trabajen en áreas prescindibles y a empleados del sector privado que puedan realizar tele trabajo desde sus hogares.

En las próximas dos semanas sin duda habría que impedir las migraciones internas por los fines de semana largo.

Si el gobierno no analiza y encuentra una diagonal de equilibrio que cuide a la población tanto en el aspecto sanitario por el coranavirus y a la vez le permita  seguir subsistiendo y manteniendo su fuente de trabajo a futuro, este virus será solo una anécdota frente a los desencadenantes que nos esperan.

Y termino con el ejemplo de China, país que no puso a 1.500 millones de habitantes en cuarentena, puso en cuarentena a 60 millones de habitantes de la ciudad de Wuhan y ciudades aledañas afectadas por el virus.

Lic. Mónica Rodriguez 
Dirección

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