ENTREVISTA
UN UNIVERSO EN CADA CUCHARITA
El tesoro de una singular coleccionista
Souvenirs, conmemorativas, temáticas, históricas... El ecléctico y fascinante mundo de Ana Ziegler, que durante seis décadas ha reunido 855 cucharitas de los más diversos materiales y orígenes.
Ana sostiene que es una afición que ha existido casi desde el origen del ser humano. Existen diversos tipos de coleccionismo, algunos más comunes que otros, pero todos detentan en común la satisfacción de encontrar algo especial en determinado objeto, generalmente mundano.
¿Cuáles son los motivos que motivan a una persona a coleccionar objetos?
- Necesidad de identidad.
- Preservar el pasado.
- Conectar emociones.
- Expresar la personalidad.
- Conectarse con la cultura y la historia.
- Etc.
En esta oportunidad vamos a presentar a una persona que se dedica a un coleccionismo poco común en Argentina que se refiere a la colección de cucharitas, objeto de nuestra vida diaria desde todos los tiempos y que además ha evolucionado a la par que lo ha hecho la humanidad. Podemos preguntarnos quién creo la cucharita y la respuesta es que tiene orígenes imprecisos, quizá las primeras fueron conchas de moluscos utilizadas por el hombre primitivo, que ya en el paleolítico fabricaba cucharas de madera o hueso. Miles de años más tarde en la Mesopotamia y Egipto eran creadas con mangos tallados.
Es así que los modelos se van adaptando y los materiales que se usan para hacerlas varían de acuerdo a su exclusivo uso y también al nivel económico, del grupo social que las utiliza, sin modificar su conformación de utensilio de una parte cóncava prolongada en un mango que sirve especialmente para llevar a la boca cosas liquidas, blandas o menudas.
En la referencia de cucharitas de colección podemos considerar:
- Cucharitas de souvenir que representan lugares turísticos con escudos, banderas, o monumentos.
- Cucharitas conmemorativas diseñadas especialmente para eventos históricos o aniversarios especiales.
- Cucharitas de metales preciosos especialmente realizadas por antiguos orfebres
- Cucharitas temáticas relacionadas con Personajes Famosos, Festividades o Culturas específicas.
- Cucharitas de uso exclusivo en juegos de cubiertos con diseños especiales.
A Ana Ziegler la conocimos en el ejercicio del periodismo vecinal, cubriendo iniciativas de residentes de nuestra ciudad, movilizados para superar las problemáticas de sus barrios.
A lo largo de los distintos y fructíferos diálogos que mantuvimos personal y telefónicamente, fuimos estableciendo un vínculo y a través de él fuimos descubriendo a una ciudadana comprometida que participa activamente en la vida comunitaria, a una profesional que supo hacer una carrera y destacarse en cada cargo que le tocó ocupar, una mujer culta que se alimenta de la lectura constante y enriqueció esos conocimientos con inolvidables viajes que tuvo la fortuna de hacer por el mundo, una señora con 80 joviales años que mantiene una intacta e incansable curiosidad y una admirable vocación por seguir aprendiendo, investigando…
En una de esas charlas, Ana nos comentó que colecciona cucharitas y nos ofreció, si nos interesaba, hacer una entrevista para dar a conocer esta rama del coleccionismo.
Enseguida le dijimos que sí, por la singularidad y la novedad de una actividad tan poco frecuente en nuestro país, aunque tenemos que reconocer que nunca imaginamos la importante colección que tiene y el universo de historias que encierran esas cucharitas.
Ana nos recibió en su casa junto a su esposo Bernardo, que se ha vuelto un entusiasta tanto o más fervoroso que ella. Él la ayuda en la búsqueda y el desafío de seguir encontrando piezas únicas.
Apenas llegamos nos invitó a hacer un recorrido por las cucharitas que prolijamente mantiene exhibidas en mueblecitos especialmente acondicionados y sobre una pared del living. Luego nos sentamos a conversar con vista a un jardín preciso que ellos mismos cuidan, mimando cada planta que luce espléndida.
A medida que fuimos incursionando en ese mundo que Ana construyó con tanto amor, fuimos descubriendo la historia de algunas de las ochocientas cincuenta y cinco unidades que ya suma su colección. Ellas compendian la historia, momentos memorables, lugares icónicos, costumbres, culturas, anécdotas, diseño y arquitectura, símbolos... plasmados de una vez y para siempre en estas piezas. Algunas forman parte de ediciones muy limitadas, casi únicas, creadas gracias al trabajo artesanal de increíbles orfebres que las convierten en recuerdos imperecederos.
P: ¿Tenés registro cuándo y cómo se despertó tu interés por coleccionar cucharitas?
Cuando era muy jovencita, no había cumplido 20 años aún, me invitaron a cenar a la casa de unos amigos de mi novio. Las dos hermanas del muchacho habían llegado recientemente de un viaje a Europa. En aquella época viajar al viejo continente y cruzar el Atlántico no era tan sencillo como ahora, era todo un acontecimiento. Después de la cena, ellas nos convidaron con un café y acompañando cada pocillo había cucharitas que tenían los escudos de los diferentes lugares donde habían estado. No había ninguna cucharita igual a otra. A mí eso me llamó la atención, me encantó!. Y creo que en ese momento fue el “fechazo” que inició esta historia de amor que dura para siempre y se fue acrecentando con los años.
P: ¿Cómo hacés para recordar la singularidad de cada cucharita.?
R. A cada cucharita le asigno un número. Están todas catalogadas. Y en una libretita, que escribo a mano, pongo una reseña del significado de cada una, cuándo y cómo la adquirí.
P: ¿Cómo las fuiste obteniendo?
R: En estos 60 años que llevo coleccionándolas, te podría decir que de infinitas maneras… algunas las traje de mis paseos, otras me las trajeron familiares cuando viajaron. También tengo algunas que me regalaron amigos que viven en el exterior y sabiendo que me dedico a coleccionar cucharitas, cuando descubren alguna singular, no dudan en enviármela. Hubo compañeras de trabajo, conocidos de mis hijos y ahora también mis nietos que me ayudan en este camino que emprendí.
Mi marido siempre me acompañó y me apoya incondicionalmente. Una vez, estaba paseando por el centro y vio en una casa de compra y venta una cucharita que estaba expuesta en la vidriera y le llamó la atención. Cuando entró al local se dio cuenta que decía Falkland Islands. A pesar que en ese momento estaba sin trabajo y con muy poco dinero encima, no dudó en comprármela en la seguridad que iba a ser muy difícil volver a tener la oportunidad de encontrar otra igual.
En otra ocasión, una amiga vio que vendían en el mercado de pulgas una colección que venía con mueblecito y todo. No dudamos en ir a verlas. Después de una negociación conseguimos comprarlas, algunas de ellas resultaron ser muy interesantes.
P: ¿Conocés a otros coleccionistas de cucharitas en Argentina?
R: La verdad que no. No es una práctica habitual en nuestro país, como puede ser la filatelia (estampillas), numismática (monedas), bibliofilia (libros), cartofilia (postales), calendofilia (calendarios). En otros países es más común encontrarse con “cuchareófilos”, como yo.
P: ¿Es una actividad muy cara? ¿Implica una gran inversión?
R: En general no. El valor de mi colección no lo mido en términos económicos, para mi tienen un valor emocional, sentimental. Imaginate que el mayor significado que cada cucharita tiene para mi es como llegué a ella y la historia que cuenta.
P: ¿En general de qué materiales son?
R: Uyy… hay de todo tipo de materiales: madera, metal (y dentro de este, alpaca, plata, oro, acero inoxidable, bronce, peltre…). Las más raras quizás son una que está fabricada con una ostra, otra es la hojita de una planta bañada en oro y hasta tengo una de vidrio.
P: ¿De vidrio? Es una verdadera rareza…
R: Si, y tiene su razón de ser. Es una cucharita que me trajo una amiga de su viaje a Turquía. Además de ser de vidrio es una de las más chiquitas que tengo. Allá las fabrican para tomar un café muy especial que se sirve en pocillos muy pequeños, son recipientes del tamaño de un dedal de costura. Como les resultaba difícil revolver con cucharitas de metal porque volcaban el recipiente, decidieron fabricar estas de vidrio, chiquitas y muy livianas, para que cumplan la función mejor.
P: ¿Los lugares de donde provienen cada una de tus cucharitas también son tan variados?
R: Tengo cucharitas de los cinco continentes. Quizás una de las más originales es la proveniente de Nepal. Primero porque es de un lugar muy lejano y después porque esta cucharita tiene otra singularidad: en la punta del mango está acuñada la bandera del país y Nepal es el único Estado del mundo cuyo símbolo patrio no es una bandera cuadrilátera. La bandera de Nepal son dos dos triángulos unidos, uno sobre otro. El triángulo superior, de color rojo carmesí, representa la valentía y el color del rododendro, la flor nacional, mientras que el triángulo inferior tiene un borde azul. El rojo también simboliza la victoria en la guerra. Nepal la adoptó en 1962.
La bandera de Nepal es única no solo por su forma, sino también por su significado cultural e histórico. El diseño fue estandarizado por un matemático a petición del Rey Mahendra.
P: ¿También hay cucharitas conmemorativas, no es cierto?
R: Si, claro. Por ejemplo, tengo una dedicada a la reina Isabel II cuando cumplió sus 70 años de reinado, otra recuerda el casamiento de los actuales reyes de los Países Bajos, Guillermo y Máxima.
Hay otras que celebran el Gran Tour de Italia que solían hacer nobles y afines del siglo XVIII. Según pude investigar, en esa época los jóvenes de la nobleza europea, sobre todo la británica, viajaban a Italia a ser protagonistas de un viaje iniciático conocido como Le Grand Tour. Los inicios de la costumbre de realizar este viaje entre las clases altas europeas datan del 1700 y siguió de moda hasta mediados del siglo XIX, cuando la popularización del ferrocarril dio paso a lo que podríamos denominar el turismo de masas de la época. Para cada uno de estos acontecimientos se hacían cucharitas alusivas.
También poseo un conjunto de 13 piezas que traje de un viaje a Estados Unidos. Las encontré en una tienda tipo “charity shops” (segunda mano) en un estado deplorable. Cuando llegué a Buenos Aires me puse a investigar y resulta que fue una colección que se lanzó en 1976 para conmemorar los 200 años de la independencia de aquel país. Cada cucharita representa a una de las trece colonias (Massachusetts, Nuevo Hampshire, Rhode Island, Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia) que decidieron emanciparse y conformar Estados Unidos de Norteamérica. El año próximo esas cucharitas cumplirán 50 años.
P: ¿Hay algunas que se comercializan como souvenirs, con fines turísticos, no es cierto?
R: Si, también tengo de ese tipo también. Por ejemplo, hay una que traje de Florencia (Italia) que conmemora la historia de la farmacia más antigua del mundo. La Officina Profumo-Farmaceutica di Santa Maria Novella en Florencia, fundada en 1612, es considerada la farmacia más antigua del mundo. Aunque sus inicios se remontan a 1221 con los monjes dominicos, la fundación oficial como perfumería y herbolaria fue en 1612. Actualmente, no vende medicamentos, sino que se especializa en fragancias, remedios y productos herbales, siendo un importante museo y centro de interés turístico. Ellos ofrecen estas cucharitas que son una especie de souvenir y de allí también me la traje.
P: ¿Cuál fue tu última adquisición?
R: Una cucharita que me regaló mi nieta que me la trajo de su viaje a Israel. Esta cucharita está bendecida en la iglesia del Salto Sepulcro en el barrio cristiano de Jerusalén, un lugar de peregrinación. Incluye una Menorá (candelabro de siete brazos, símbolo importante dentro del judaísmo, representando la presencia divina y la luz) giratoria.
P: Si tuvieras que elegir una como la más singular, cuál crees que es?
R: Creo que cada cucharita es única porque cuenta una historia y refleja la identidad de un pueblo, la mayoría de ellas están realizadas de manera artesanal por delicados orfebres. Para mi cada cucharita es muy especial. Dentro de las más simpáticas y singulares, hay dos: una pequeñita que tiene en el mango un barrilito con rueditas que giran sobre su eje y otra que es un arito, una verdadera belleza.
P: Una última pregunta, cuando adquirís una cucharita, siempre conocés su historia…
R: No, para nada. En la mayoría de los casos me tengo que poner a investigar y generalmente no es una tarea sencilla, sobretodo si se trata de cucharitas antiguas.
Una vez compré una cucharita en una feria callejera de un país europeo que visité. La pieza me había llamado la atención. Cuando volví trate de ver de dónde provenía. Se veía como una pieza antigua pero no lograba encontrar su origen.
Mi hija, que es licenciada en Arte, me dio una mano. Finalmente, ella descubrió que era una cuchara de apóstol.
Las cucharas de apóstol vienen con la imagen de un apóstol u otro santo con su insignia particular labrada en el mango. Por lo general, están hechas de plata o metal plateado, pero también pueden estar confeccionadas en otros metales, como el peltre. Antes de la Reforma, las cucharas de apóstol eran particularmente apreciadas. Sirven como recordatorio de la última cena de Cristo con los Apóstoles. Eran muy populares en el siglo XV y XVI en Alemania e Inglaterra. Y solían regalarse para casamientos y bautismos.
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